En la patogenia de las enfermedades autoinmunes sistémicas, incluyendo las vasculitis, siempre se ha invocado la participación de factores genéticos y factores ambientales. Entre los ambientales, las infecciones, fundamentalmente de naturaleza vírica, han sido siempre un foco de atención, máxime tras el descubrimiento de la estrecha relación existente entre la poliarteritis nudosa y el virus de la hepatitis B, por una parte, y la crioglobulinemia mixta esencial y el virus de la hepatitis C, por otra.
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