La gran cantidad de información disponible en la red, la facilidad tanto para introducirla como para acceder a ella muchas veces de forma totalmente abierta y gratuita y el uso creciente de internet como fuente principal de información por una amplia mayoría de la población hacen que un elevado número de personas pueda llegar a ésta, tanto si son como si no, conocedores de la materia consultada. Principalmente para el usuario no experto, todo ello implica dificultades a la hora de distinguir entre información de calidad, elaborada con rigor científico y, por tanto, de confianza, o información dudosa, información sesgada, ya sea por falta de rigor, por conflictos de intereses o por determinadas ideologías, e incluso información claramente errónea.
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