Sugar beet, a sustainability factor of arable crop systems in northern France

摘要

El cultivo de la remolacha azucarera está encontrando varios desafíos en el nivel global: la necesidad de producir suficientes alimentos para una población mundial en crecimiento y satisfacer nuevos usos no alimentarios, reducir el impacto ambiental y tener en cuenta el cambio climático. El rendimiento de la remolacha azucarera ha hecho progresos significativos entre 1980 y 2010 y la competitividad del cultivo ha aumentado. Durante el mismo período en Francia se observó una tendencia a la baja del precio de la remolacha azucarera. En términos ambientales, el balance energético de la remolacha azucarera es favorable: produce una energía potencial más de 16 veces mayor que la utilizada en el cultivo como insumos. Los bajos requerimientos de nitrógeno del cultivo tiene varios efectos: se limitan las emisiones de N_2O debido al bajo aporte de fertilizante nitrogenado y, en promedio, corresponde al estándar del IPCC, los pools minerales de N, después de la cosecha, son los menores de todos los cultivos importantes. La preservación de la calidad del suelo sigue siendo una preocupación Importante, con un riesgo muy subestimado de erosión en el suelo desnudo en primavera y de compactación profunda. La reducción de pesticidas es también un dificultad pero existen algunas posibilidades como labranza en surco o fumigación y diversificación de la rotación. En conclusión, la remolacha azucarera es un cultivo productivo y tiene una hoja de balance relativamente positivo en términos de impacto ambiental, pero es necesario buscar tanto la reducción de los costos de producción como del impacto ambiental. Las mejoras pueden provenir de la genética, de la buena integración en los sistemas de cultivo y la puesta en marcha de innovaciones aunque una dificultad principal es la reducción del trabajo en las granjas, lo que limita la implementación de nuevas prácticas que probablemente mejorarían la sustentabilidad del cultivo.%Sugar beet growing is facing several challenges at global level: the need to produce enough food to meet the growing world population and satisfy new non-food uses, to reduce environmental impacts and to take into account climate change. Sugar beet yield made significant progress between 1980 and 2010 and the competitiveness of the crop increased. During the same period, a downward trend in the price of sugar beet was observed in France. In terms of the environment, the energy balance of sugar beet is favourable: it produces an energy potential over 16 times higher than the energy used in cultivation and as inputs. The crop's low nitrogen requirements and the reduction of inputs have several effects: N_2O emissions are limited by the low input of nitrogen fertilizer and correspond on average to the standard IPCC, mineral N pools after harvesting are the lowest of all the major crops. The preservation of soil quality remains a major concern with greatly underestimated risks of erosion on bare soil in spring and of deep compaction. The reduction of pesticides is also an issue, but some possibilities exist such as row till or spraying and diversification of rotations. In conclusion, sugar beet is a productive crop and has a relatively positive balance sheet in terms of environmental impacts, but it is necessary to pursue both the reduction of production costs and environmental impacts. Improvements can be provided by genetics, good integration into cropping systems and implementation of innovations. But a main difficulty is the reduction of labour on farms, which limits the implementation of new practices likely to increase the crop's sustainability.