Este ensayo explora las imágenes de la naturaleza como lección moral en dos amplios pasajes del romance inédito de unos 4.000 versos compuesto por Antonio Enríquez y dedicado (junto con su glosa en prosa) a la muerte de la reina Isabel de Borbón, objeto de la tesis doctoral en marcha del autor. El artículo analiza una curiosa imagen, el "teatro que camina", que parece anunciar dos siglos y medio antes la invención del cinematógrafo a propósito del reflejo de la imagen de la reina en el agua de una fuente de su jardín.
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