Las poleas de los dedos forman un sistema biomecánico único y complejo que permite la flexión completa del dedo sin limitar la extensión, manteniendo a los tendones flexores próximos al eje articular y evitando el efecto cuerda de arco. El sistema de poleas está formado por una serie de condensaciones de tejido fibroso con configuración anular y cruciforme variables, interpuestas a lo largo de la superficie de la vaina sinovial de manera segmentaria, en localizaciones estratégicas. La nomenclatura actual está basada en las descripciones hechas por Doyle y Blythe en 1975, que de forma arbitraria denominaron A, las bandas anulares, y C, las bandas cruciformes. Identificaron 4 poleas anulares y 3 cruciformes y las numeraron de proximal a distal: desde la A1 hasta la A4 a las anulares y desde la C1 hasta la C3 a las cruciformes. Posteriormente Hunter et al en 1980 describió la quinta polea anular (A5). La polea A1 se inicia proximal a la línea articular metacarpofalángica, toma su origen de la placa volar subyacente y se inserta en la base de la primera falange. Su configuración más usual es de un solo anillo pero puede estar representada por dos o tres bandas anulares. El espacio entre las poleas A1 y A2 es variable. La polea A2 es constante en forma con un origen semilunar característico en la base de la primera falange que se continúa por fibras anulares terminando en un borde grueso y prominente. Al final de la polea A2, un arco de fibras oblicuas se interdigita con fibras del lado opuesto y forman la primera polea cruciforme (C1). Se trata de una polea delgada con configuración variable, siendo la forma cruciforme la más frecuente...
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