Videowalls que ocupan inmensas salas de control, con información en tiempo real desde cualquier punto de la red y capacidad de telemandar convoyes desde un núcleo central y anticiparse a los problemas del tráfico, parecían utopías hace 20 años cuando arrancó la línea de alta velocidad Madrid-Sevilla. Hoy un entramado de Centros de Regulación y Control de Tráfico (CRC), apoyados por un sistema de seguimiento de última tecnología, hacen de la gestión de la circulación española un modelo a seguir en otros países.
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