Toda interpretación ha de estar basada en una teoría de la realidad a interpretar y constituye, a su vez, una teoría o hipótesis de la realidad interpretada. Una interpretación es una inferencia, concretamente una inferencia pragmática, no deductiva. Entre las inferencias pragmáticas la principal es la abducción, retroducción o hipótesis en sus diferentes grados de acercamiento a la verdad según el apoyo empírico en que se sustente, a saber, en la terminología de Umberto Eco, abducciones hipercodificadas, hipocodificadas y creativas. Como toda interpretación supone un mayor o menor acercamiento a la verdad, es imprescindible la delimitación y precisión de este concepto. Para ello, hemos discutido tres conceptos estrechamente relacionados con el de verdad como son los de verosimilitud, validez y probabilidad. El resultado de esta discusión es que, como no es posible acceder en su totalidad a la verdad, ésta se constituye en lo que Karl Popper denomina un principio regulador, siendo más realista y aplicable el concepto de verosimilitud.
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